Lectura: Salmos 139:1-12

En algún momento de tu vida, ¿Has estado completamente solo?

No me refiero a los ermitaños que viven aislados de toda la civilización, sino a las personas que se sienten solas en medio de una multitud de un centro comercial o en una iglesia llena de gente.  Son aquellos que no encuentran a alguien con quien conectarse, quizás porque sean nuevos en el grupo al cual se están integrando; por que acaban de perder al cónyuge con quien compartieron gran parte de sus vidas, o sencillamente se sienten diferentes en medio de una sociedad acostumbrada a lo rutinario.

¿Y tú, alguna vez te has sentido sólo?  Si es así, te tengo muy buenas noticias.  Jesús te quiere invitar a conocerlo como Salvador y Señor de tu vida, y todo a cambio de que reconozcas tu necesidad de ser salvo del pecado.  Si decides aceptar la invitación, nunca más estarás sólo, pues tendrás Su presencia constante, tal como lo prometió: “…yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), lo anterior reafirmado en Hebreos 13:5: “…Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé”.  Y también el Salmista lo dice de esta manera: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? (Salmos 139:7).

1. Por supuesto, todos necesitamos de compañía humana, pero también tenemos una necesidad aún más grande: contar con la presencia del Señor en nuestras vidas (Juan 3:16).

2.    La presencia de Dios con nosotros es uno de Sus regalos.

HG/MD

“Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).