Lectura: 2 Corintios 12:1-10
A veces se nos olvida dar gracias por todas las situaciones que vivimos a diario, especialmente cuando las cosas no van como nosotros quisiéramos: cuando te acaban de informar que tienes una enfermedad de difícil tratamiento, has perdido tu empleo, o has roto una relación sentimental; en esos momentos es muy pero muy difícil sentirse agradecido.
Sin embargo, aún en medio de estas situaciones, debemos aprender a dar gracias a Dios, quien puede darnos la fortaleza necesaria cuando viene la dificultad o la debilidad.
Es por esta fortaleza que proviene de Dios, que Pablo pudo decir: “Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). Y es que a través de esas situaciones, como creyentes podemos sentirnos agradecidos, pues Dios por medio de ellas logra sacar lo mejor de nosotros, incluso por medio del sufrimiento (Romanos 8:28).
El escritor y ministro escocés George Matheson (1842-1906), quien además era ciego, dijo la siguiente oración: “Te he dado gracias mil veces por mis rosas, pero ni una sola vez por mi espina… Enséñame la gloria de mi cruz; enséñame el valor de mi espina. Muéstrame que he subido a Ti por el camino del dolor. Muéstrame que con mis lágrimas has formado mi arcoíris”.
- Cuando nos rendimos complemente al Señor y recordamos que Él está trabajando en nuestras vidas para que seamos una mejor versión de nosotros mismos, debemos darle gracias hasta cuando estamos traspasados por espinas.
- Es más sencillo llevar nuestras cargas cuando lo hacemos con gratitud al lado del Señor (Mateo 11:28-30).
HG/MD
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).