Lectura: Isaías 33:14-24
Justo antes de anochecer, los israelitas vieron con mucha preocupación como los muros de su ciudad Jerusalén, eran rodeados por el ejército asirio. Pero, cuál fue su sorpresa que, al amanecer, el campamento de sus enemigos lucía muy diferente ya que por todo el campamento lo único que había eran soldados muertos. ¡Cuán agradecidos y asombrados tuvieron que haber estado aquellos israelitas!
Isaías también describe como fue el sentimiento de sus enemigos, tenían temor y estremecimiento y se preguntaban: “¿Quién de nosotros podrá habitar con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros podrá habitar con las llamas eternas?” (Isaías 33:14). Estas frases no hacen referencia al castigo eterno futuro, se refiere a nuestro gran y poderoso Dios.
Mientras que los malvados estaban aterrados ante nuestro Señor, la respuesta de Isaías a la primera pregunta de estos hombres, fue: “El que camina en justicia y habla con rectitud” (v.15). No es suficiente llevar una vida religiosa, Isaías estaba yendo más allá; para vivir en la presencia de nuestro Señor hay que obedecerlo.
El autor de Hebreos nos recuerda nuevamente esta verdad con respecto a Dios: “Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29). La única forma de tener una relación con Él es la que nos recomienda el mismo Jesús: “Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él” (Juan 14:23).
- No tenemos porque vivir en la inseguridad y temor, si confiamos en el Señor no tendremos porque temer al fuego de Su santidad.
- El fuego de Su santidad nos revela la maldad que tenemos que apartar de nuestras vidas.
HG/MD
“Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él.” (Juan 14:23).