Lectura: Santiago 1:1-8
Las fórmulas matemáticas funcionan bien con números, pero no con las personas. Es por eso que esta ecuación en Santiago 1 parece imposible:
Fe + Pruebas = Paciencia
Cuando analizamos esta ecuación, pareciera que es más sencillo mezclar el agua y el aceite. Pero lo que hace que esta fórmula funcione es la confianza en la misericordia de Dios, que además nos permite experimentar todas las emociones humanas, que vienen con pruebas de la vida.
Shirley y su esposo Roy demostraron que esta ecuación está todavía vigente. Aquí está su historia: Roy le dijo que en 6 meses la planta donde trabajaba cerraría, pero que recibiría la indemnización por despido.
Shirley reaccionó de la siguiente forma: “¡Alabado sea el Señor por eso!, pero también alabemos al Señor porque Él nos ama tanto que nos ha dado una nueva prueba en nuestras vidas. (Esta sería la cuarta vez que estaban empezando todo nuevo en los 13 años que llevaban de casados.) Cuando sucedió la primera vez me asusté y pedí la misericordia divina. Pero seguí leyendo mi Biblia, y dejé de sentir lástima de mí misma, y me puse a orar por los demás. Agradeciendo a Dios nos estaba dando un techo sobre nuestras cabezas (e incluso si lo perdiéramos), siempre termino diciendo: ¡Dios te lo agradecemos».
Así que cuando te enfrentas a las pruebas, puedes «tenerlas con sumo gozo» si se le agrega la fe a la ecuación, sabiendo que el amor de Dios nunca fallará. Y mientras que la prueba transcurre, vamos desarrollando una actitud de paciente espera, confiando en que Dios hará lo que es mejor.
1. Las aflicciones pueden ponernos a prueba, pero no nos pueden destruir. Un simple vistazo al amor de Dios, hará que cambie y sea soportable el dolor temporal.
2. La primera lección de paciencia es aprender a contar nuestras pruebas como alegrías.
NPD/DJDH