Lectura: 2 Timoteo 2:14-26

Existe una triste realidad, hay muchas personas que tratan de falsear el mensaje de la Biblia.

Las razones son variadas, pero podemos citar dos de ellas: tratan de hacer que respalde un punto de vista particular que se tiene sobre un tema, en vez de permitir que transmita lo que Dios desea decir; en tanto que otros hacen lo mismo, pero para oponerse al mensaje que contiene.  Ambos citan las Escrituras para respaldar sus opiniones, pero ninguno tiene razón.

Cuando utilizamos la Palabra de Dios, debemos comprometernos a decir ni más ni menos que lo que expresa. Si la tergiversamos, la malinterpretamos; esto, en definitiva, distorsiona el carácter de Dios.

Por eso, el apóstol Pablo desafió a Timoteo al decirle: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Es prioritario que los obreros de Cristo aprobados y que no se avergüenzan, interpreten correctamente y usen bien la Palabra de Dios. Cuando estudiamos, podemos depender del Espíritu Santo quien la inspiró, para que nos dé entendimiento y sabiduría.

  1. Estudiemos la Palabra del Señor, con el objetivo de aprender y poder compartir sinceramente lo que encontramos en ella.
  2. Uno de los mayores privilegios que tenemos como creyentes, es poder estudiar la Palabra de Dios cuando queramos y sin temor a la persecución, no lo olvidemos.

HG/MD

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).