Lectura: Salmo 139:7-12
Cuando era niño teníamos una pequeña perrita que dormía muy cerca de mi cama, y por muchos años ese fue su lugar favorito para dormir.
Era muy simpático verla ahí, no se movía, ni hacía ruido; pero, en sus últimos años tocaba la cama con la pata. Al principio pensábamos que quería salir, y tratábamos de tranquilizarla. Sin embargo, después entendimos que simplemente quería saber si estábamos allí. Como estaba casi ciega y oía muy poco, no podía vernos en la oscuridad ni escucharnos; se inquietaba y buscaba seguridad, entonces yo estiraba el brazo y le acariciaba la cabeza para mostrarle que estaba con ella, es lo único que necesitaba; después de eso, daba un par de vueltas y se dormía otra vez.
“¿Y a dónde huiré de tu presencia?”, le preguntaba David a Dios (Salmo 139:7), y, consolado, agregó: “Si […] habitó en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano […]. Aun las tinieblas no encubren de ti…” (Salmo 139:9-12).
¿Estás perdido en la oscuridad? ¿Triste y desanimado? ¿Con miedo o culpa? ¿Dudando de Dios? Sabes, para Dios la oscuridad no existe. Aunque no lo veas, siempre está a tu lado, ya que prometió: “Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).
- Dios siempre está al alcance de una oración.
- Señor, que las situaciones temporales de este mundo, los obstáculos y los desafíos no me hagan perderte de vista.
HG/MD
“Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).
0 comentarios