Lectura: 2 Timoteo 1:1-7

Sofía tenía muchos problemas y había estado huyendo de Dios durante muchos años. Debido a los enfrentamientos con su papá se había ido de la casa, pensando que con eso se solucionarían sus problemas, y al no darse los resultados que ella esperaba, pensó que Dios no la amaba.

Una noche en la que no podía dormir, sintió la extraña sensación de que alguien estaba orando por ella y así era; su papá quien la extrañaba grandemente, les había pedido a los hermanos (as) de su iglesia local que oraran a Dios para que restaurara la relación con su hija; estaba profundamente arrepentido porque también sabía que muchas cosas que había dicho no estaban bien y por eso oraba para tener una oportunidad de pedirle perdón a su pequeña.

Las oraciones fueron contestadas, una persona de su iglesia sabía el paradero de su hija y dos días después estaban reunidos en un pequeño restaurante.  La primera pregunta de su hija fue: “¿Quién estaba orando por mí?” La respuesta la asombró: “Éramos yo y muchas más personas que te aman” Al poco tiempo de hablar y de reconocer sus mutuos errores, el ansiado perdón llegó y de nuevo ambos pudieron sentir que en verdad Dios nunca los había abandonado, eran ellos los que habían decidido apartarse de Él.

En nuestra lectura devocional, el apóstol Pablo animó al joven ministro, le dijo que oraba por él constantemente día y noche (2 Timoteo 1:3).  El joven Timoteo enfrentaba tremendos desafíos y para él debió haber sido muy alentador saber que su maestro Pablo oraba por él de forma especial.

¿Estas enfrentando una situación como la que describimos y sientes que le debes pedir disculpas a alguien?, o ¿estás preocupado por una situación que al parecer te supera?  Entonces, ¿Le has pedido a Dios que te ayude en estos momentos?  ¿Tienes la confianza en que Él te responderá?

1. ¿Alguien ora por ti? ¿Estás orando por alguien?

2.    Si quieres influenciar a las personas para que se acerquen a Dios, empieza a interceder por ellas.

HG/MD

“Oren sin cesar.  Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:17-18).