Lectura: Filipenses 1:3-14

Durante la Primera Guerra Mundial, el teniente general francés Ferdinand Foch transmitió el siguiente mensaje a su cuartel general: “Mi centro está cediendo, mi derecha está en retirada, pero con la esperanza intacta. Situación excelente. Voy a atacar”. Esto provocó que sus tropas se contagiaran de su esperanza a pesar de que estuvieran en una situación que parecía perdida.

Y es que en ocasiones debemos reconocer que las batallas de la vida nos hacen sentir como si estuviéramos perdiendo en todos los frentes posibles.  Problemas económicos, dificultades laborales, situaciones con nuestra familia, pérdida de la salud; todos y cada uno de los problemas pueden ocasionar que nuestra manera de ver la vida tenga un giro pesimista. No obstante, el creyente en Cristo siempre puede llegar a la conclusión de que a pesar de todo podemos tener la “esperanza intacta”.

Tan sólo tomemos el ejemplo del apóstol Pablo. Cuando lo encarcelaron por predicar el evangelio, tuvo una actitud inusualmente optimista y llena de esperanza. Le escribió a la iglesia de Filipos: “Quiero que sepan, hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el adelanto del evangelio” (Filipenses 1:12).

El apóstol Pablo consideró su situación como una nueva plataforma para evangelizar a la guardia del palacio romano. Además, otros cristianos se fortalecieron con su situación, y predicaron el evangelio con más denuedo (vv. 13-14).

  1. No lo dudes, Dios puede utilizar nuestras pruebas para bien a pesar del dolor que generen (Romanos 8:28). Es simplemente una forma más de honrarlo.
  2. La esperanza sigue intacta, nuestro Señor está vivo, una situación excelente; vamos a atacar compartiendo el evangelio con un mundo en guerra y perdido, para que ellos también puedan tener una esperanza real en Jesús.

HG/MD

“Quiero que sepan, hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el adelanto del evangelio” (Filipenses 1:12).