Mártires de la Fe
Xu Yonghai – China Continental 1995
Xu Yonghai miró alrededor de la celda cuadrada de 2.5 metros de lado donde se encontraba. Como médico entrenado, Yonghai estaba acostumbrado a las condiciones sanitarias deficientes, pero lo que vio le pareció especialmente asqueroso. No había inodoro. En aquel lugar de esto lo que había era un tubo en una esquina desde el cual fluía continuamente sobre el cemento. Yonghai aprendió a usar el tubo para limpiar el excremento humano de su celda. Allí también comía, los guardias le deslizaban los alimentos por debajo de la puerta. Bebía y se lavaba con el agua que salía del tubo.
¡Por dos años completos nunca salió de aquel pequeño y sucio cuarto!
Yonghai, un cristiano de la China Comunista, estuvo trabajando junto a Gao Feng con el fin de legalizar una casa-iglesia. Por este «crimen», fue encarcelado por 24 meses en una prisión de Beijing. Yonghai gran parte de su tiempo en oración y meditación, y escribiendo. En las paredes de su celda. Yong anotó en garabatos los puntos principales para un libro que llevaría como título: «Dios el Creador». Haciendo uso de su prodigiosa mente intelectual, Yonghai organizó los puntos de su tesis, mientras escribía con jabón. Cuando terminó de escribir, dedicó tiempo a la memorización de lo que había escrito. Después fue liberado, en mayo de 1997, escribió en papel lo que había plasmado en las paredes de su celda. ¡El resultado fue una obra de 50.000 palabras!
«Mi celda era la última parada para los prisioneros que habían sido senteciados a muerte», dijo Yonghai. «A veces había hasta los otros tres prisioneros conmigo en la pequeña y húmeda celda, esperando que llegara la fecha de su ejecución».
¡Qué gran oportunidad para testificar! ¡Qué tremenda oportunidad para hablarles a estos hombres sobre el reino de Dios! Yonghai aprovechó la ocasión para compartir el evangelio con sus compañeros de prisión, durante sus últimos días de vida sobre la tierra. Como él nos informa: «Estos hombres estaban muy dispuestos a escuchar el mensaje de Cristo».
«Mis condiciones de vida eran verdaderamente deprimentes, pero después de cuatro meses el Señor me ayudó a acostumbrarme. Dios estaba conmigo, y me ayudó a soportar aun los momentos más terribles que pasé en la prisión. Solo Dios me dio la fortaleza para lograrlo.
Mi siervo eres tú, te escogí y no te deseché. No temas porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. – Isaías 41:9-10.
Tomado de: pags. Locos por Jesús, 198-199