Lectura: Gálatas 2:17-21

Dos árboles jóvenes crecían uno junto al otro. Debido al efecto del viento, se cruzaban mutuamente todo el tiempo. A la larga las cortezas de ambos árboles se fueron abriendo y la savia comenzó a mezclarse, hasta que un día se enlazaron. A medida que crecían, el más fuerte comenzó a absorber la vida del más débil. Uno creció más y más, mientras que la copa del otro comenzó a marchitarse hasta que murió. Ahora hay dos troncos en la parte inferior y sólo uno en la parte de arriba. La muerte se llevó uno; la vida triunfó en el otro.

Una vez tú y Jesús se encontraron y tu corazón se unió al suyo, ¿Dónde estás ahora? ¿Va tu vida en forma paralela a la de Cristo o muestra tu vida ahora más y más de Cristo y cada vez menos de tu antigua manera de vivir? ¿Ve la gente en ti un carácter creciente, más similar al de Jesús y menos de tu propio yo?

¿Puedes decir las palabras del apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Nuestra meta debe ser la misma de Juan el Bautista, el cual dijo cuando conoció a Cristo: “Es necesario que él crezca, y que yo decrezca” (Juan 3:30).

  1. Mientas más sirvamos a Cristo, menos serviremos a nuestro yo.

 

  1. Continuamente debes evaluar si tu vida cada vez más, refleja el carácter de Cristo a la hora de tomar decisiones

NPD/MDH