Lectura: Salmos 30
Era el peor de los tiempos. En la primera mitad del siglo XVII, Alemania se encontraba en medio de guerras, hambre y pestilencias. En la ciudad de Eilenburg vivía un pastor llamado Martin Rinkart.
Durante un período especialmente opresivo, Rinkart conducía hasta 50 funerales en un día, pues una plaga azotaba la ciudad y la Guerra de los Treinta Años tenía a la gente aterrorizada. Entre aquellos a quienes enterró Rinkart había miembros de su propia familia.
Sin embargo, durante esos años de oscuridad y desesperación, cuando la muerte y la destrucción saludaban cada nuevo día, el pastor Rinkart escribió 66 canciones e himnos sagrados. Entre ellos estaba el himno “Demos todos gracias a Dios ahora”. Rodeado de pesadumbre. Rinkart escribió:
“Demos todos gracias a nuestro Dios,
Con el corazón, las manos y las voces,
Porque ha hecho maravillas,
Aquel en quien el mundo se regocija;
Quien, desde que estábamos en brazos,
Nos ha bendecido todo el camino,
Con incontables dones de amor;
Y sigue siendo nuestro hoy.
Rinkart nos enseñó una lección muy valiosa: Las acciones de gracias no tienen que esperar hasta los tiempos de prosperidad y paz. Siempre es bueno alabar a Dios por las “grandes maravillas” que ha hecho.
Un corazón a tono con Dios puede cantar alabanzas aun en la noche más oscura.
1. Demos gracias a Dios todos ahora.
2. Demos gracias por su amor mostrado en la cruz
NPD/JDB