Lectura: 1 Samuel 30:11-18

La Biblia está llena de eventos en los cuales muchas personas intervinieron para prestar ayuda; sin embargo, por alguna razón que desconocemos, no se registraron sus nombres.

En nuestra lectura devocional en 1 Samuel 30, leímos que los soldados de Israel habían hallado a un joven a quién un ejército enemigo había dejado atrás.  No se nos da el hombre de este esclavo egipcio, pero se nos dice que él suministró información clave para el rescate de su familia.

Otro caso es el del muchacho quien se desprendió de su almuerzo de pan y pescado, que fue multiplicado por Jesús y sirvió para alimentar a miles (Juan 6:9); tampoco se nos brinda el nombre de la persona que prestó su pollino en el cual nuestro Señor hizo su entrada triunfal a Jerusalén (Lucas 19:33), ni se nos da el nombre del dueño del aposento alto donde Jesús tomó la última cena con sus discípulos (Lucas 22:11); tampoco Lucas, el doctor y escritor de Hechos, nos brinda el nombre de quien le salvó la vida a Pablo en Hechos 23:16-22.

También en nuestros tiempos, hay muchas personas cuyos nombres nunca se publicarán, ni recibirán reconocimiento, o escucharán jamás el aplauso de gratitud de otras personas.  Muchos oran fervientemente, dan desprendidamente para que la obra del Señor continúe difundiéndose, y otros incluso sufren persecución por su servicio a nuestro Señor.

Innumerables personas testifican a sus compañeros, amigos y vecinos, que su razón de vivir Jesús, también puede convertirse en el Salvador y Señor de sus vidas.  Puede ser que nunca conozcamos ni al 0,000000001% de estos creyentes fieles al Señor, pero en el cielo, si se sabe con certeza quienes son (Lucas 12:7). 

1. Ten paciencia y anímate, el Señor sabe quién eres y cuál es tu corazón.

2. Es mejor ser fiel que famoso.

3. El equipo de Mi Devocional, quiere agradecer a cada una de las personas anónimas que diariamente oran por este ministerio; pedimos que el Señor llene cada día de Su gracia cada uno de sus hogares (2 Timoteo 4:22).

HG/MD

“Pero aun los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No teman; más valen ustedes que muchos pajaritos.” (Lucas 12:7)