Lectura: Salmo 127:1-5
Además de que dormir es uno de los grandes placeres de la vida, también es esencial para la buena salud. Con los años los científicos han determinado lo que sucede si no dormimos lo suficiente: hay riesgo de envejecer prematuramente, de aumentar de peso e incluso de padecer enfermedades que van desde los resfríos hasta el cáncer.
Es extraordinario lo que Dios hace en nuestro cuerpo mientras nos sumergimos en la tierra de los sueños. Mientras no hacemos nada, Dios renueva nuestra energía, recompone y restaura nuestras células, y reorganiza la información en nuestro cerebro.
También sabemos que hay algunas razones que nos impiden dormir lo suficiente, y muchas no podemos resolverlas; pero la Biblia señala que el exceso de trabajo no debe ser una de ellas (Salmo 127:2).
Dormir es un don de Dios que debemos recibir con gratitud. Si nos cuesta dormir, tenemos que averiguar la razón. ¿Nos levantamos temprano y nos acostamos tarde para ganar dinero y adquirir bienes innecesarios? ¿Participamos de ministerios porque pensamos que nadie más es capaz de llevarlos a cabo?
A veces creemos que el trabajo que hacemos cuando estamos despiertos es más importante que el que Dios hace mientras dormimos. Pero, rehusar el don divino del sueño es como decirle que nuestra labor es más importante que la suya.
- Dios no quiere que seas esclavo del trabajo sino que disfrutes del sueño que te regala.
- Tampoco te equivoques, el exceso de sueño impide que aproveches el día tal como deberías.
HG/MD
“En paz me acostaré y dormiré; porque solo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.” (Salmos 4:8).
En memoria de: Cecilia Guevara Chávez (1956-2023)