Lectura: Mateo 23:23-28

Cuando era joven, John Philip Sousa, nieto del gran compositor y director de orquesta norteamericano del mismo nombre, recibió grandes sumas de dinero por aceptar invitaciones para dirigir orquestas.  Sin embargo, al poco tiempo, su conciencia empezó a perturbarlo.  Sabía que le pedían que dirigiera orquestas debido a su famoso antepasado, no a su propia habilidad.  En realidad, el joven Sousa no sabía ni leer una nota musical.  Por tanto, decidió abandonar su lucrativa farsa y comenzar a ganarse la vida honestamente.

¿Has alguna vez fingido ser alguien que no eres?  ¿Podrías estar haciéndote  pasar por un piadoso discípulo de Jesús cuando en realidad eres un impostor espiritual?  Esa pregunta es tan impactante como una ducha de agua fría, pero sé por experiencia personal que el autoengaño es posible.

El pecado que Jesús censuraba más frecuentemente era la hipocresía de los fariseos.  Éstos estaban desempeñando el papel  de personas temerosas de Dios, pero no vivían en obediencia santa y agradecida a Su voluntad.  Jesús los consideraba “guías ciegos” (Mateo 23:24) y dijo que limpiaban “lo de fuera del vaso”, pero por dentro estaban “llenos de robo y de injusticia” (Mateo 23:25).

  1. ¿Estás fingiendo, eres un impostor? Esa pregunta nos obliga a hacernos un examen de conciencia en actitud de oración.  Debería motivarnos a efectuar los cambios necesarios en nuestras actitudes y en la forma en que vivimos.
  1. Mientras más te esfuerces por ser lo que deberías ser, menos tendrás que ocultar quién eres.

NPD/VCG