Lectura: 2 Corintios 8:1-15

El amor se deleita en dar. Dime cuánto das de ti y te diré cuánto amas. El amor se prueba por nuestra generosidad.

La grandeza del amor de Dios por nosotros se demuestra por su inapreciable regalo que hizo. ¿Cuánto amó Dios al mundo perdido? Tanto que dio a su Hijo unigénito (Juan 3:16). En Efesios 5:25 leemos “…Cristo amó a la iglesia”. Pablo escribió en Gálatas 2:20 “…lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

De la misma manera en que el amor y la generosidad de Dios son inseparables, así también nuestra generosidad es una expresión de nuestro amor. Esto va más allá de poner dinero en la canasta de la ofrenda los domingos. Comienza con darnos a nosotros mismos al Señor, cada día de la semana.

En 2 Corintios 8, Pablo alabó a las iglesias de Macedonia por su generosidad (2 Cor.8:1-4). Esa generosidad fue el resultado de su dedicación a Cristo, pues Pablo dijo que ellos “se dieron primeramente al Señor” (2 Cor.8:5).

  1. Cuando hacemos eso, experimentamos el gozo del dar sin esperar nada a cambio.
  2. Se puede dar sin amar, pero no se puede dar sin amar. ¿Qué tipo de dador eres?

NPD/MDH