Lectura: Lucas 2:1-14

En nuestros días todos estamos acostumbrados a tomar un teléfono inteligente y poder llamar y ver a los amigos y amigas del barrio o de cualquier parte del mundo, también a poder acceder a información, noticias, el clima, recetas de cocina, educación, entre otros.

Es por ello que resulta difícil imaginar que un artefacto del tamaño de una pelota de fútbol, el 4 de octubre de 1957, cambiara la historia; estamos hablando del lanzamiento del primer satélite artificial del mundo el Sputnik 1, con lo cual la Unión Soviética inauguró la Era Espacial.

Este hito de la historia aceleró la carrera tecnológica en las demás naciones, para ponerse al día con sus contrapartes y sin duda esto trajo nuevos adelantos en todas las áreas de conocimiento de las cuales hoy disfrutamos.

Hay eventos que sin duda alteran el presente y el futuro, y justamente eso fue lo que sucedió con el nacimiento de Jesús, era tan sólo un bebé que nacía en un pueblo sin pena ni gloria, era una pareja ordinaria en medio de un mundo que sucumbía ante el poderío de Roma.

Pero este evento cambió el curso de la historia.  Las palabras del ángel empezaron a difundirse luego de pronunciarlas: “que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11); estas palabras se siguen pronunciando con tanta fuerza como aquella noche en Belén.

  1. Cuando le abrimos nuestras vidas a Jesús el Señor, y le reconocemos como nuestro Salvador, el curso de nuestra historia cambia desde ese momento y hasta la eternidad.
  2. La historia del mundo cambió y empezó en la sencilla ciudad de Belén; y hoy puede empezar a cambiar tu vida.

HG/MD

“Pero el ángel les dijo: No teman, porque he aquí les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo” (Lucas 2:10).