Lectura: 1 Samuel 16:1-13

¿Alguna a vez te has preguntado que se sentiría ser el último árbol de Navidad en el lote el día de nochebuena?   La gente no te ha escogido porque no tenías el tamaño adecuado, o tus ramas tenían demasiados nudos, o tu forma no era bonita, o se te estaban cayendo ya las agujas de tus ramas.

Tal vez te sientes como un árbol de Navidad rechazado.  No llenas las expectativas de la gente.  Crees que nadie te quiere, o que no tienes el valor que otros tienen.

Sabes, hay buenas nuevas para ti.  Dios NO te ve cómo te ve la gente.  Él ve tu corazón.

Cuando el profeta Samuel estaba buscando una persona calificada para ser el próximo rey de Israel.  Isaí hizo pasar delante de él a siete hijos mayores.  Pero el Señor no había escogido a ninguno de ellos.  Samuel dijo a Isaí: “La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón” (1 Sam. 16:7).

El hijo menor de Isaí se encontraba afuera cuidando las ovejas.  Ni siquiera lo estaban considerando.  No obstante, cuando Samuel encontró al pequeño y no tomado en cuenta, David, lo ungió para que sucediera a Saúl como rey de Israel.  El Señor vio en David un “varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22).

  1. Hoy, cómo en los días de David, el Señor busca un corazón que esté dispuesto a servirle. ¿Qué ve cuando te mira a ti?

 

  1. Para tener un corazón para Dios, dale a Dios tu corazón.

NPD/HWR