Lectura: 1 Tesalonicenses 1:1-10
La historia de Leslie Strobel es muy motivadora, pues luego de empezar a seguir a Cristo como su Señor y Salvador, el cambio en su vida fue tan evidente e impactante, que influyó en su esposo quien en ese momento era ateo, para empezar su propia búsqueda de Dios.
Su libro “El caso de Cristo”, resume su intensa investigación de dos años, la cual finalmente lo guio a los pies de Jesús. Lee Strobel tiene un título de leyes de la Universidad de Yale, y una carrera en el periodismo legal que le valió premios mientras trabajaba para el diario Chicago Tribune. El cambio en su papá fue tan grande, que también motivó a su pequeña niña Alison de 5 años, a decirle a su mamá: “Mami, yo quiero que Dios haga por mí lo que ha hecho por papi”. La fe de su mamá creó un efecto en cadena que terminó cambiando a la familia completa.
Lee posee la habilidad de poder contestar con facilidad preguntas difíciles realizadas por incrédulos y personas cínicas, y gracias a ello ha podido escribir muchos libros que han permitido que personas que eran escépticas puedan encontrar respuestas a sus preguntas, y a muchos creyentes tener herramientas para poder defender su fe.
En el año 2018, se estrenó una película basada en la vida de este gran hombre de Dios: “El caso de Cristo: la historia real de una conversión”.
El ejemplo de Leslie, es muy similar al que describe el apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses, al compartir su propio ejemplo con los discípulos Silas y Timoteo. Motivó a los nuevos creyentes de Tesalónica para que siguieran su ejemplo evangelístico, después de lo cual, creyentes de Tesalónica pasaron por malos tiempos que probaron su fe y esto les permitió ser ejemplos para otros creyentes en Macedonia y Acaya, inspirándolos a alcanzar a más personas para que empezaran a seguir a nuestro Señor.
- La forma en la cual vivimos puede ser más persuasiva que el mejor de los sermones. Entonces la pregunta es: ¿Qué ven los otros cuando nos miran?
- El que sigue a Cristo, desafía a otros a seguir el camino.
HG/MD
“También se hicieron imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:6).
