Lecturas del día: Mateo 26:57-58; Marcos 14:53-54; Lucas 22:54-55; Juan 18:12-16.
Jesús había caído preso en las manos de sus enemigos, le llevaron atado como un trofeo de guerra primeramente a la casa de Anás, que era el suegro de Caifás; aquel quien cruelmente había aconsejado que era preferible que muriera uno por el pueblo y no que todos sufrieran un cruel castigo por parte de los romanos.
Cualquiera diría que era el final de aquella aventura por la salvación de la humanidad, todo parecía perdido, el futuro del Maestro ya no parecía tan claro como días atrás, más no todo estaba perdido. Como ejemplo de ello vemos a dos discípulos quienes hábilmente consiguieron seguirle, esto no contradice el pasaje anterior, posiblemente al inicio estos dos como todos los demás huyeron, pero luego quizás por remordimiento de conciencia, por curiosidad, o por fidelidad a su Maestro, no se nos dice, comenzaron a seguirle de lejos, hasta llegar a la casa de Anás; se nos dice que uno de ellos era conocido de Caifás (la mayoría cree que es Juan, pues es el único que está con Jesús hasta el final en la cruz).
Los evangelios no nos describen esta relación cercana de este discípulo con Caifás, más parece que en ese momento fue de gran ayuda. Pedro en cambio tuvo que quedarse afuera de la casa, hasta que este discípulo logra que lo dejen pasar, lo cual como veremos mañana, fue el principio de dolores para Pedro.
1. A pesar de que todo parezca perdido, no lo está, Dios es soberano sobre toda circunstancia.
2. El riesgo está ligado a nuestra fe y siempre será parte de la vida de los seguidores de Jesús. “Asimismo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús” (2 Tim.3:12)
MD/HG
Jesús: Dios está en control. “Entonces los soldados, con su comandante, y los guardias de los judíos, arrestaron a Jesús. Lo ataron” Juan 18:12.
Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic