Lectura: Salmos 139:1-10

La vida para quienes tenemos la tarea de conducir el automóvil y no sabemos exactamente cómo llegar a una determinada dirección, se ha hecho mucho menos difícil en los últimos años, ya que pasamos de los complicados mapas y confusas direcciones, a aplicaciones para dispositivos móviles que nos ayudan a llegar aún a los destinos más retirados.

Esto ha sido posible gracias a los sistemas de posicionamiento global, mejor conocidos como GPS, a los que acceden nuestros teléfonos.  Estos sistemas están basados en satélites girando permanentemente alrededor de la Tierra a una altura de poco más de 20.000 km (12.500 millas). Esos satélites deben mantener una velocidad y altura constantes para proporcionar indicaciones precisas.

Podemos decir que los complicados sistemas de posicionamiento global actuales, son sólo una pequeña analogía de lo que Dios puede hacer.  Él le prometió a Israel: “El Señor te guiará siempre…” (Isaías 58:11). El salmista también sabía que no podía ir a algún lugar sin que Dios no supiera dónde estaba (Salmo 139:7-8). Mucho antes de los GPS, el Señor ya estaba sentado “sobre el círculo de la tierra” (Isaías 40:22) y lo veía todo.

Quizás saber que hay alguien que nos rastrea dondequiera que estemos, a algunos puede darles miedo, ya que tratan de esconderse. Pero, para el creyente esta verdad reconfortante brinda gran gozo y seguridad. Independientemente de dónde estuviera, el salmista confiaba en que la mano de Dios lo estaba guiando (Salmo 139:10).

  1. Puedes estar seguro, el Señor ha prometido guiarte y acompañarte hoy.
  2. Dios siempre te guiará por los senderos correctos, quizás no por los más sencillos, pero si por los mejores para tu vida.

HG/MD

“Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano” (Salmo 139:6).