Lectura: Santiago 3:1-18
Muchas veces escondemos nuestros sentimientos detrás de muros de palabras que no expresan lo que realmente sentimos. Por ejemplo, cuando nos preguntan: “¿Cómo estás?” – normalmente respondemos – “Muy bien”, aunque en realidad en algunas ocasiones no estemos pasando por un buen momento.
Un famoso consultor en comunicaciones, dice que en muchas ocasiones las personas tienen miedo de que la honestidad al hablar, les cueste amistades, oportunidades, amor o respeto. Es por ello que mantienen su boca cerrada o dicen algo que en realidad no sienten.
Son muchos los factores que pueden impedir las conversaciones honestas; algunos pueden ser la timidez, la falta de confianza, el temor de que nos traten de ignorantes, y el no querer herir los sentimientos de otras personas.
Como creyentes en Cristo, no estamos exentos de estas situaciones. Como estudiábamos en el devocional de ayer, el tratar de mantener el amor y ser verás, puede ser muy difícil; sin embargo, la Biblia nos ayuda a lidiar con este problema. El libro de Santiago nos enseña que necesitamos la sabiduría que proviene de Dios. Si depositamos nuestra fe en el Señor, Él nos capacitará por medio del Espíritu Santo, para que podamos hablar de forma eficaz y honesta. Leamos lo que dice Santiago 3:17: “En cambio, la sabiduría que procede de lo alto es primeramente pura; luego es pacífica, tolerante, complaciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita.”
- Cuando permitimos al Señor que nos gobierne, las cualidades expresadas en la Palabra de Dios, serán mostradas en nuestro diario vivir, así no tendremos que ocultarnos detrás de muros de palabras.
- Si crees que no tienes sabiduría, entonces pídela al Señor: “Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios —quien da a todos con liberalidad y sin reprochar— y le será dada.” Sant.1:5
HG/MD
“En cambio, la sabiduría que procede de lo alto es primeramente pura; luego es pacífica, tolerante, complaciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita.” Santiago 3:17