Lectura: Santiago 4:1-8

Pedir algo que sabemos que NO es la voluntad de Dios es desperdiciar nuestro aliento. Dios ha revelado su voluntad en la Biblia, y por eso, nuestras oraciones deben estar arraigadas en las verdades de Su Palabra.

Muchas veces nos acercamos a Dios para pedir cosas que Él ha prohibido. Es un error pedirle a Dios que nos bendiga, cuando intentamos hacer cosas que son malas, por ejemplo: pedir la bendición de Dios, cuando estamos engañando a nuestros clientes con un producto que contiene menos cantidad de la indicada en el empaque, o cuando pensamos visitar lugares donde un creyente no debería de ir, por ejemplo, ir a divertirnos a un lugar donde sabemos que se realizarán actividades ilegales y donde se consumen drogas. Si pedimos la bendición de Dios o Su protección, en este tipo de situaciones sería pedir mal. Esas oraciones nunca serán contestadas. Es inútil pedirle a Dios que bendiga nuestro negocio cuando nos permitimos prácticas dudosas o seguimos con hábitos mundanos.

Un niño pequeño tenía la costumbre de chuparse el dedo pulgar, y se le dijo que debía dejar eso. Una noche, mientras oraba antes de ir a dormir, alguien lo oyó decir: “Ay Señor, ayúdame a dejar de chuparme el dedo”. Después de una pausa dijo: “Pero sabes en realidad, no te preocupes Dios, porque de todas maneras, no quiero dejar de chuparme el dedo”.

Aquel niño fue más sincero que la mayoría de nosotros. Si queremos que nuestras oraciones recibían respuesta, debemos estar dispuestos a dejar que Dios haga lo que Él quiera y cambiar las actitudes que sabemos que están equivocadas.

El patrón para nuestras oraciones debe ser el mismo de nuestro Señor, el cual dijo: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc.22:42).

  1. ¿Estamos dispuestos a orar así?
  2. Si quieres que tus oraciones lleguen al cielo, cerciórate de que tienes una buena conexión.

NPD/MRH