Lectura: Salmos 37:1-7

“Señor, ¿qué debo hacer con mi vida? ¿Cómo puedo servirte? ¿Quieres mandarme una señal o algo que pueda servirme para saber que estoy caminando por el camino correcto?”

Estas preguntas parecen muy personales, sinceras y quizás sientas que son muy únicas, hasta que comprendes que probablemente han sido repetidas millones de veces por diferentes personas en diferentes momentos de la historia.

Tendemos a pensar que necesitamos oír la voz audible de Dios, y porque no decirlo, deseamos ver una zarza ardiente para saber de forma inequívoca cuál es el plan de Dios para nuestras vidas.  

Al luchar con las situaciones de la vida, relaciones personales, estudios, trabajo, sueños y frustraciones, estás tan deseoso de tener una señal de parte de Dios, que te olvidas que Él ya te dio su Palabra escrita para guiarte.

Al comprender esto, y al obedecer lo que Dios ya te ha revelado para este tiempo en su Palabra, Él promete que va a estar al cuidado de tu vida, tal como lo dice el Salmo 37:4.

A través de toda la Biblia, Dios te comunica que quiere que hagas su voluntad y esto no ha cambiado.  El objetivo de la vida de Moisés, Abraham, Daniel, Pedro, o Pablo fue el mismo: dar a conocer a las personas el Dios en quién confiaron y su plan de salvación (Hebreos 11).

  1. Si para servirle a Dios estás esperando que Él te dé una nueva visión, te estás equivocando, Él ya te reveló lo que quiere que hagas, que seas su embajador y comuniques su plan para la humanidad (2 Corintios 5:17-20).
  2. Confía en Dios, déjate guiar por Él, descubrirás las maravillas de su plan y que dentro de él tienes un papel que jugar.  No esperes una zarza ardiendo, empieza sirviéndole hoy mismo exactamente en donde estás, te sorprenderás al ver lo que va a hacer a través de ti, sin olvidar que Él siempre merece toda la gloria.

HG/MD

“Deléitate en el Señor y él te concederá los anhelos de tu corazón.” (Salmo 37:4).