Lectura: Lucas 23:32-38
En una gira escolar al museo, a un muchacho de 15 años, quien trataba de ser chistoso con algunos de sus amigos, se le ocurrió pegarle un pedazo de goma de mascar a una obra de arte valorada en miles de dólares.
Por supuesto, había cámaras de seguridad que detectaron aquella conducta, y los guardas de seguridad detuvieron al muchacho antes de salir del museo. La goma de mascar le dejó a la obra de arte una marca equivalente a una moneda pequeña; una broma utilizando algo que valía unos centavos le iba costar al museo miles de dólares en labores de restauración. El director del Museo le dijo al padre del muchacho quien estaba realmente avergonzado: “No creo que su hijo comprendiera las implicaciones de lo que ha hecho”.
En nuestra lectura devocional en Lucas 23, leímos con respecto a una oración que nuestro Señor realizó por las personas que no entendían las ramificaciones de lo que estaban haciendo. Le pidió a su Padre que perdonara a quienes lo estaban condenando a muerte (v.34), a pesar de que estas personas llenas de odio e ignorancia menospreciaron al Hijo de Dios, azotándolo, escupiéndolo, ridiculizándolo y colocándole una corona de espinas sobre su cabeza, hasta producirle la muerte en una cruenta cruz.
Aunque no entendieron el alcance de sus acciones, por medio de la muerte de Jesús, Dios ofreció perdón a todos los que se arrepientan y crean en su obra redentora, incluso lo hizo con sus asesinos.
Debido a nuestro pecado, ciertamente todos tuvimos parte de la culpa de la muerte de Jesús, pero la buena noticia es que Dios está lleno de gracia y Él te perdona y elimina la mancha que el pecado produjo en tu vida y te dará nueva vida en Cristo Jesús.
- Nadie es demasiado malo como para no merecer el perdón de Dios si finalmente se arrepiente de su mal andar.
- La oportunidad de recibir vida eterna sigue estando disponible, no lo pienses más, acepta tus errores, pide perdón y recibe el regalo de salvación del Hijo de Dios.
HG/MD
“Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.” (Lucas 23:34).