Lectura: Salmo 34:15-22
Cuando un conocido perdió de repente a su esposa, fuimos, lo abrazamos, lo reconfortamos y lloramos con él.
Como consejero, él había consolado a muchas personas. Ahora, después de muchísimos años de matrimonio, se enfrentaba a la horrible perspectiva de volver a una casa vacía todos los días.
En medio de su dolor, nuestro amigo se apoyó en Aquel que está “cercano […] a los quebrantados de corazón”. Mientras lo acompañábamos en su dolor, él nos comentó que en memoria de su esposa quería seguir sirviendo a Dios ayudando en lo que pudiera en la iglesia, aconsejando como antes lo había hecho, pero ahora desde una perspectiva más amplia ya que había pasado por uno de los dolores más fuertes que un ser humano puede sentir.
El dolor es algo personal, y cada uno lo enfrenta de manera particular. La aceptación y confianza en el Señor, no aliviará por completo el dolor, ni hará que un hogar se sienta menos vacío. Sin embargo, nos recuerda que, incluso en medio de nuestra peor angustia podemos confiar en nuestro Dios soberano y amoroso.
Nuestro Padre celestial también sufrió una profunda separación. Mientras Jesús colgaba de la cruz, exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Sin embargo, ¡soportó el dolor y la separación de la crucifixión por amor a nosotros!
¡Él si nos entiende! y, también nos acompaña; el salmista lo resume de esta forma: “cercano está el Señor a los quebrantados de corazón” (Salmos 34:18), en Él siempre encontraremos el consuelo que necesitamos.
- El Señor Jesús está cerca.
- ¡Señor gracias por tu consuelo, por estar cerca nuestro! En medio del dolor decide estar a su lado.
HG/MD
“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; él salvará a los contritos de espíritu.” (Salmos 34:18).





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