Lectura: Salmos 116:1-19

Hoy les quiero compartir la historia de Emilia, ella es una anciana de 85 años quien toda su vida tuvo que trabajar fuerte para que su familia saliera adelante, luego de que su esposo la abandonara con 5 hijos.

Son 85 años llenos de recuerdos, algunos dolores, una sordera que la acompaña hace algunos años, y siempre se desplaza de un lugar a otro con la ayuda de la andadera; algunos pensarían que esta bella dama ha hecho suficiente como para dedicarse a descansar, pero hay una cosa para la cual la edad no importa, ella tiene un ministerio que va más allá del asilo donde vive.

Cada día se sienta al menos 2 horas en la mañana y 2 horas en la tarde, alista sus tarjetas de oración que algunos de sus amigos de la iglesia le preparan semana a semana, y ora por cada una de esas peticiones; a veces, cuando su anciano cuerpo se lo permite, durante algunos minutos ora sobre sus rodillas desgastadas.

Para la mayoría, Emilia ya no tiene mucho que ofrecer, pero ella con su actitud ejemplifica perfectamente lo indicado por el salmista: “¿Qué daré al Señor por todas sus bendiciones para conmigo?  Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor” (Salmos 116:12-13).

Aunque Emilia se está acercando al final de sus días en esta tierra, y su cuerpo ya no es el mismo, lo que si permanece igual es su corazón lleno de agradecimiento por su amado Salvador y Señor.

  1. ¿Qué estás haciendo con tu vida?   ¿Estás viviendo en tu zona de confort, o aprovechas cada instante de tu vida para vivir por y para Dios?
  2. Los creyentes en Jesús muchas veces luchan de rodillas.

HG/MD

“¿Qué daré al Señor por todas sus bendiciones para conmigo?” (Salmos 116:12).