Plan de Lectura: Salmos 132 – 134 & Proverbios 15.
Este conocido adagio militar encierra una de las lecciones más caras de la vida. El hecho de la renuncia, la abnegación y la entrega personal como trampolín para una vida de victoria. El paso del tiempo nos va enseñando que el mayor obstáculo a franquear para alcanzar las metas propuestas soy yo mismo y que la mayor amenaza en la formación de un carácter estable es mi propio egoísmo e impaciencia.
El apóstol Pablo encontró el secreto de esta lucha personal, íntima y oculta que se gesta en el interior de nuestro ser. Él se sometió a una disciplina diaria de auto negación constante y dijo en su carta a los Corintios 9:27: “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado” “Me hago mi propio esclavo” ese es el secreto para la formación de mi carácter.
Claro que la formación del carácter es un proceso lento. Siempre que tratemos de eludir los capítulos amargos de la vida y evitemos el concepto de someter prejuicios, planes, y anhelos personales, interferimos en el proceso, retardamos nuestro crecimiento y nos exponemos a sufrir una clase de dolor que es aún peor, el dolor sin sentido que siempre acompaña a la evasión y el conformismo. Cristo nos enseñó que el sacrificio es el único camino a la exaltación. Con la cruz por delante, Él pudo orar en el huerto: “Padre glorifícame con aquella gloria que tuve con tigo antes de que el mundo fuese” Es que cuando asumes las consecuencias eternas del desarrollo de tu carácter, no pronuncias oraciones tanto del tipo: “Consuélame, ayúdame a vivir sin contratiempos, líbrame de este mal rato” Orarás más bien “adáptame, transfórmame, moldéame, aunque me duela”. Sabrás entonces que estás en proceso de maduración viendo la mano de Dios obrar en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida.
Claro que este sometimiento a su voluntad y esta decisión de vencerme a mí mismo con la meta de ser un triunfador se obtiene y se mantiene sólo con tu vida centrada en Dios.
Esta quinta triada puede resumirse con las siguientes palabras: “Cuando las metas se logran”. Estos pasajes se centran en Sión, o sea, Jerusalén.
1. Salmo 132. Recordamos el anhelo de David de construirle casa a Dios, recordamos por qué Dios no se lo permitió, y también, como evidencia el Salmo, David no se quedó cruzado de brazos, sino que hizo todos los preparativos para la construcción futura de la casa de Dios. ¿Qué le prometió Dios hacer por David y su familia (11)? ¿Esto se cumplió a través de quién? (Mateo 1; Lucas 3)
2. Salmo 133. ¿Cuánto te alegras al estar con tus hermanos en la fe? ¿Por qué es tan difícil en ocasiones conseguir esto? (1 Corintios 3:1-5). En este salmo se habla de una situación que creemos profética y que borrará las divisiones (1 Rey. 12:19) y juntará a Hermón, la montaña principal de Israel (al norte) y a Sión, la montaña (al sur) de Judá. ¿Qué te parece esto?
3. Salmo 134. El peregrinaje empezó en Cedar (120:5), finaliza en la casa del Señor donde los peregrinos “bendicen al Señor” (2). ¿Cuál es la razón de nuestra existencia? La referencia a las noches puede hacer referencia a dos situaciones: 1- a los sacerdotes y levitas de turno en las noches en la casa; o 2- a los peregrinos que guardaban vigilia en la noche, llevando a cabo parte de la festividad nocturna de la Pascua (Éxodo 12:42).
4. Proverbios 15. Los ojos del Señor están en todo lugar, lo cual nos habla de su omnipresencia. ¿Por qué entonces debemos cuidar el uso de nuestra lengua? ¿Cuáles son algunos de los peligros de la lengua? Muchos de los problemas de nuestra vida se dan por no colocar a Dios en la ecuación (en medio) de nuestra vida. ¿En cuáles áreas de tu vida estás ignorando la presencia de Dios?