Lectura: Mateo 9:9-13
Era jueves y un hombre salía al estudio bíblico en casa de uno de sus amigos de la iglesia; al mismo tiempo su vecino salía a un juego de futbol sala. Ambos se encontraron en la salida de sus casas y el hombre que iba jugar le dijo al otro: “Esteban, ven a jugar conmigo hoy, te hará bueno para tu salud”, el otro hombre le contestó firmemente: “No puedo, todos los jueves voy a un estudio bíblico.”
Luego de una pausa, su vecino le contestó: “Esteban, sabes, siempre he tenido inquietud con respecto al estudio bíblico al que asistes y verdaderamente admiro tu fidelidad. Pero yo te he invitado a jugar futbol sala conmigo muchas veces, y tú nunca me has invitado al estudio bíblico al que asistes”.
Cuanto podemos aprender de esta respuesta. El Señor les hace el mismo desafío que le hizo a los fariseos de su tiempo, a todos los “Esteban” o “Sofías”, “Carlos” o “Marías”, en general a todas las personas de las iglesias, “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mateo 9:13). Dicho en palabras simples, más que cumplir rigurosamente con todas las actividades propias de nuestras iglesias, Jesús desea que todos los creyentes mostremos más amor y misericordia para con quienes necesitan oír sobre Su Plan de Salvación. Jesús explicó este principio de la siguiente manera: “Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores” (Mateo 9:13).
No estamos diciendo que ya no debamos asistir a las actividades que se realizan en las iglesias y que nos dediquemos a estar presentes en toda clase de programas que ofrece este mundo descuidando nuestra vida espiritual, pero si que en el proceso seamos “astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). La única forma en la que puedes comunicar el evangelio a un no creyente, es hablando y teniendo amistad con él, en este caso, Esteban pudo haberle dicho a su vecino que los jueves no podía acompañarlo, pero cualquier otro día sí; e incluso, si no le gustaba el deporte, pudo haberle propuesto realizar otra actividad, y por supuesto, invitarlo al estudio bíblico o a una reunión virtual de la iglesia, siempre teniendo el cuidado de no acosarlo con invitaciones insistentes.
- Considera y ten misericordia de las personas que aún no han escuchado del plan de salvación, pídele a Dios que te use, te dé creatividad y te permita ser un instrumento de su amor. En estos tiempos de pandemia debemos ser aún más astutos, para comunicar de una forma sencilla que Dios tiene un plan para nuestras vidas.
- Hemos de ser un canal del amor y la verdad de Dios, no recipientes cerrados.
HG/MD
“Vayan, pues, y aprendan qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores” (Mateo 9:13).