Mártires de la Fe
Un corazón no puede contener tanto gozo
Un prisionero japones y otros, Japón, años 1622
Un cristiano en Omura escribió lo siguiente en una carta desde la prisión:
«Ah, si tú probaras las delicias con las que Dios llena las almas de los que le sirven y sufren por Él, ¡Cómo condenarías todo lo que prometiera el mundo! Ahora comienzo a ser un discípulo de Jesucristo, puesto que por su amor estoy en prisión, donde sufro mucho.
Pero te aseguro, que cuando me estoy desmayando de hambre, Dios me ha fortalecido con sus dulces consolaciones, de modo que me considero bien recompensado por su servicio. Y aunque tenga que pasar muchos años en prisión, el tiempo me parecería corto, por el extremo deseo que siento de sufrir por Él, que aun aquí compensa mucho nuestros esfuerzos.
Junto a otra enfermedad, hace cien días que padezco de una fiebre continua sin tener ninguna medicina, ni adecuada alimentación. Aun así, todo este tiempo mi corazón ha estado tan lleno de gozo que me parece demasiado estrecho para contenerlo. Nunca he sentido nada igual a esto y mi pensamiento está en las puertas del paraíso.»
Más tarde, cuando escuchó que lo iban a quemar vivo, se llenó de gozo. Sin cesar expresaba su gratitud a Dios, pues se sentía indigno de morir como mártir por Jesús.
El 2 de septiembre lo llevaron con otras veintidós personas a Nagasaki, donde poco antes, habían ejecutado a cincuenta cristianos por su fe. Cuando llegaron cerca de la ciudad, los llevaron a veinticinco estacas que estaban en fila y los ataron. Colocaron la madera alrededor de ellos con sus extremos a unos ocho metros de distancia. Cuando en ese momento encendieron la madera, tomó unas dos horas para quemar a los que estaban atados en las estacas. Los cristianos permanecieron todo este tiempo con sus ojos hacia el cielo hasta que al fin las llamas los consumieron.
No mucho después de esto, en 1623, el esfuerzo de exterminar a los cristianos de Japón se convirtió en ley y en 1629 se creó el fumie para probar en todas las aldeas los que eran o no cristianos. Fumie significa literalmente “figura para pisar” y en un principio era una representación de una cruz o de Jesús o alguna otra pintura religiosa tomada del arte de las iglesias. Los sospechosos de ser cristianos los llevaban ante el fumie y les decían que pisaran la imagen. Si lo hacían, los dejaban ir, sino lo hacían, los ejecutaban. El uso de los fumies no termino hasta el año de 1858.
Porque de la manera que abundan a favor nuestro las aflicciones de Cristo, así abunda también nuestra consolación por el mismo Cristo. Pero si somos atribulados, lo es para el consuelo y la salvación de ustedes; o si somos consolados, es para la consolación de ustedes, la cual resulta en que perseveren bajo las mismas aflicciones que también nosotros padecemos. Y nuestra esperanza con respecto a ustedes es firme, porque sabemos que, así como son compañeros en las aflicciones, lo son también en la consolación (2 Corintios 1:5-7)
Tomado de: Devoción Extrema, la Voz de los Mártires, pág.290-291