Lectura: Mateo 9:27-38

La historia de esta joven mujer de quien no me referiré por nombre, es sencillamente triste, pero también esperanzadora.

Ella había cometido muchísimos errores que la habían alejado de su familia y amigos, a tal punto que un día decidió que debía escapar del pequeño pueblo donde vivía.  Aún con lágrimas en sus ojos, tomó el autobús con el objetivo de no volver nunca más.

En ese instante, un pasajero a quien nunca antes habían visto en el pueblo, notó el estado en que se encontraba aquella joven; él ya se tenía que bajar, y en ese momento sacó algo de su bolsa, se trataba de una pequeña Biblia que ya estaba un poco maltratada por los años, entonces se volvió hacia la joven y le dijo: “Sabes, creo que necesitas este libro, yo encontré aquí las respuestas a las preguntas que tenía, y ahora creo que te podría acompañar, te aconsejo que inicies con el evangelio de Juan”.

Este pequeño y simple acto le sirvió tanto a la joven que empezó a leerla, calmó su espíritu y le dio una nueva perspectiva de la vida; finalmente no huyó, tomó el pasaje de vuelta y enfrentó sus problemas, pidió perdón, empezó a luchar por sus metas y a aprender más sobre aquel Jesús de quien empezó a leer en aquel autobús.

El Señor Jesús es nuestro ejemplo máximo de compasión. En Mateo 9, leemos: “Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen Pastor” (v. 36).

Jesús no solo observó la angustia y el dolor de los quebrantados, sino que también respondió ante tal situación, desafiando a sus seguidores a orar al Padre para que enviara obreros que hicieran algo frente a las angustias y las necesidades de este mundo perdido (v. 38).

  1. Como seguidores de Jesús, también debemos tener un corazón compasivo con quienes vagan sin rumbo por este mundo.
  2. Marquemos una diferencia en la vida de los demás; que vean a Jesús en nosotros.

HG/MD

Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen Pastor” (Mateo 9:36).