Lectura: 2 Corintios 1:1-10
Thomas Moore (1779-1852) fue un compositor, cantante y poeta irlandés, quien, gracias a su increíble talento, pudo llevar gozo y esperanza a muchas personas que escucharon sus canciones. No obstante, su vida estuvo marcada por la tragedia y la angustia, incluso tuvo que ver morir a sus cinco hijos a lo largo de los años.
El dolor hizo que Moore llevara esos sentimientos a sus canciones, las cuales contienen frases impactantes como las siguientes: “Traigan aquí sus corazones quebrantados, cuenten aquí sus angustias; no hay dolor en la tierra que el cielo no pueda sanar.” Estas impactantes palabras nos deben hacer recordar que encontrarse con Dios en oración, puede curar nuestra alma angustiada.
Este principio bíblico es expuesto por el apóstol Pablo al escribirles a los creyentes de Corinto: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones…” (2 Corintios 1:3-4).
A veces estamos tan preocupados con un dolor interno que cometemos el error de aislarnos de Aquel que puede consolarnos. Es necesario recordar que el consuelo y la sanidad divina llegan a través de la oración.
Cuando confiamos por completo en nuestro Padre Celestial, podemos sentir paz y empezar a experimentar la sanidad en nuestro corazón atribulado, ya que, sin duda, no hay dolor en la tierra que el cielo no pueda sanar.
- Nuestro Padre Celestial puede dar tranquilidad a tu corazón necesitado.
- Dios está tan sólo a una oración de distancia, ¿Qué esperas para hablar con Él?
HG/MD
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3).