Lectura: Daniel 6:1-10
Cuando se estudia el libro de Daniel, llama la atención que él hubiera podido librarse de ir al foso de los leones de manera muy simple, pero no lo hizo.
Daniel había hecho muchos rivales en el gobierno de Babilonia, y ellos le tendieron una trampa relacionada con su costumbre de orar a Dios diariamente (Daniel 6:1-9). Daniel estaba completamente consciente del complot, y pudo haber decidido orar esos días de forma privada durante un mes o hasta que todo se tranquilizara. No obstante, él no era esa clase de persona.
“Cuando Daniel supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10). Daniel no mostró ningún temor y continuó su vida tal y como lo acostumbraba, por lo que oró como siempre lo hacía. La presión de la persecución no lo intimidó.
El gran impacto del testimonio de la vida de Daniel se centró en su relación constante con el Señor. Su fortaleza provenía de Dios, a quien Daniel quería agradar todos los días. Cuando surgía una crisis no necesitaba cambiar su práctica diaria para superarla, sino que, simplemente seguía comprometido con su Señor.
- Nuestro compromiso con Dios debe ser constante sin importar las consecuencias.
- Señor, ayúdanos a tener valentía para mostrar a todos en Quien hemos confiado.
HG/MD
“Cuando Daniel supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10).
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