Lectura: Apocalipsis 21:1-5
Un joven tuvo que trabajar hasta muy tarde en la noche, debido a una información urgente que necesitaba entregar a su jefe a primera hora de la mañana del día siguiente.
El problema es que justo esa noche era la final de su equipo deportivo favorito, y a pesar de que quería verlo, no lo hizo debido al trabajo, más bien se concentró en su tarea y se dijo a sí mismo que iba a ver la repetición más tarde o posteriormente en algún momento.
La cuestión es que, como a los 5 minutos de haber terminado el partido, empezaron a llegar mensajes a su teléfono, los cuales no vio hasta que terminó su trabajo que fue como una hora más tarde; cuando los leyó, se trataba de mensajes de felicitación de sus amigos por el triunfo de su equipo.
Al día siguiente les dijo a sus amigos: “vi el partido y no me puse nervioso ni ansioso, debido que ya sabía quién había ganado”.
En realidad, en general no sabemos qué sucederá mañana y mucho menos en el siguiente minuto. Para la mayoría muchos días son rutinarios, algunos tienen más emociones y alegrías, y porque no decirlo, otros son aburridos. Sin embargo, a pesar de lo impredecible de nuestra vida, en el caso de los creyentes podemos descansar firmemente en la paz de Dios, porque sí sabemos cómo terminará todo y Quién ganará.
El libro del Apocalipsis nos revela cómo será ese día espectacular tras ser derrotada definitivamente la muerte y el mal (20:10,14). El apóstol Juan nos describe la increíble escena de la victoria final (21:1-3) y el momento en el cual Dios “enjugará toda lágrima de los ojos” (21:4).
- Y aún más, en los pasajes de 1 Corintios 15:12-58 y 1 Tesalonicenses 4:13-18, se nos dice cómo terminarán los días de la iglesia actual, léelo para recobrar ánimo en los días complicados.
- ¡Vaya celebración más hermosa e increíble nos espera a todos los que hemos puesto nuestra fe en el autor y consumador de la fe: Jesús! ¿Y tú? También puedes estar en esa celebración; acepta su regalo y perdón, reconociendo tus errores.
HG/MD
“Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para el encuentro con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).