Lectura: Hebreos 10:19-25
Una joven muy atlética había descuidado sus ejercicios debido a una lesión que había sufrido en su pierna izquierda, así que comenzó nuevamente su rutina de ejercicios. En su primer día realizó ejercicios de estiramiento y unos cuántos ejercicios básicos, acompañados por una pequeña caminata. Al día siguiente incrementó un poco más la carga, levantó pesas y trotó durante más tiempo; al tercer día amaneció con un pequeño dolor en su pierna derecha, en la misma área donde había sufrido la lesión en su pierna izquierda, y por esa razón, dejó de hacer ejercicios. Le preguntaron por qué había abandonado todo, la respuesta de ella fue: “Volver a hacer ejercicio fue una mala idea, me lesionaré ahora de mi pierna derecha”.
Algo similar les ocurre a muchos creyentes quienes han descuidado su relación con Dios, inician una buena rutina de ejercicios espirituales, oran, leen y estudian la Biblia, comparten con sus amigos lo que están aprendiendo, van a una iglesia local; pero, a los meses empiezan a surgir los problemas de la vida y ¿qué piensan y concluyen muchos de ellos? Al igual que la joven deportista, piensan que, debido a su decisión de seguir a Jesús, ahora aparecieron problemas que nunca habían tenido antes, y que, por lo tanto, esto del cristianismo no es una buena idea.
En la Biblia nunca encontraremos que el resultado de una vida de oración y estudio de Su Palabra, será una vida perfecta y sin problemas. Buscar a Dios no nos “inmuniza” (palabra de moda en estos días) contra la maldad que existe en este mundo (2 Timoteo 3:12). Buscamos a Dios porque beneficiará a largo plazo nuestras vidas, porque hará que tengamos un propósito claro en nuestra mente y corazón, brindándonos la paz que no encontraremos en otro lugar (Hebreos 10:22).
- Aceptar el regalo de salvación y crecer en Su conocimiento siempre es una buena decisión, sin importar las tormentas que puedas encontrar en tu camino de fe (Efesios 6:13).
- No nos pensionamos de la vida cristiana, siempre habrá un espacio para nuevas metas y crecimiento en la fe (1 Corintios 15:58).
HG/MD
“Así que, hermanos míos amados, estén firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su arduo trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).