Lectura: Amos 8:11-13
En la novela de 1956 escrita por: Samuel Youd, «No Blade of Grass» (Ni una brizna de hierba) un virus destructivo ataca toda la hierba del mundo. No sólo el césped en los parques y las casas, sino todos los pastos, incluyendo el trigo, la cebada, el centeno, la avena, y el arroz. En cuestión de meses, el mundo queda inmerso en una hambruna y su despiadada compañera, la violencia. Las personas comienzan a pelear, y luego a matar, por comida.
La novela ilustra una escena que se ha vivido en el mundo real en hambrunas recientes y que es aterradora cuando se ve en las cadenas de noticias de la TV. Pero sólo puedo imaginar cómo será.
El profeta Amós habló de un tipo de hambruna diferente. La llamó un hambre de “oír las palabras del Señor” (8:11). Mientras la falta de comida puede llevar a enfermedades y a la muerte, el hambre de la Palabra puede producir consecuencias eternas. Sin acceso a la Palabra de Dios, carecemos de sabiduría para la vida y del mensaje de la vida eterna en Cristo. Como cristianos, necesitamos “la leche pura de la palabra, para que por ella [crezcamos]” (1 Pedro 2:2). Podemos identificarnos con el profeta cuando éste dijo: “Cuando se presentaban Tus palabras, yo las comía; Tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón” (Jer. 15:16).
- El mundo está muriéndose de hambre de conocer al Dios que puede satisfacer las necesidades del corazón humano. Ayudemos a saciar sus corazones compartiendo Su Palabra.
- ¿Por qué no te pones la meta de compartir al menos con una persona el evangelio este año? Inicia con una persona, esa es una meta realista, luego ponte una nueva meta, siempre existirá alguien con quién compartir las buenas nuevas de la Palabra de Dios.
HG/MD
«Deseen como niños recién nacidos la leche de la palabra no adulterada para que por ella crezcan para salvación» (1 Pedro 2:2)