Lectura: Hechos 20:17-24
Mateo era un joven muy particular a quien le gustaba ayudar mucho en su iglesia, y durante los veranos era voluntario en un campamento. A él no le importaba hacer trabajos que otros no quisieran realizar, por ejemplo, no tenía ningún problema con limpiar los servicios sanitarios del campamento.
Cuando era pequeño, Mateo tuvo que pasar por las dificultades de un hogar disfuncional lo cual le empezó a causar problemas de disciplina, y no llevaba las mejores notas en la escuela. Pero uno de sus amigos una vez lo invitó a un campamento de su iglesia y todo cambió, se encontró con Jesús y con otros amigos y amigas quienes también habían puesto su fe en Dios.
Desterró la tristeza de su vida, perdonó a su papá y optó por creer. Él pensaba que no tenía forma en la cual pudiera expresarle a Jesús su agradecimiento por salvar su vida del precipicio, así que decidió vivir humildemente y servirle aun en trabajos que no fueran glamorosos, como limpiar servicios sanitarios.
El apóstol Pablo también es un ejemplo bíblico de alguien que fue cambiado completamente por la gracia de Dios. Con gusto iba adonde Él lo dirigía sirviendo “con toda humildad y con muchas lágrimas” (Hechos 20:19), ya que su meta primaria era llevar a cuantos pudiera el “evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).
- Te lo aseguramos, una vez que pruebes Su gracia, nunca serás la misma persona.
- A los 20 años Mateo murió en un accidente y ahora está en la presencia de Dios; sin embargo, su cepillo de limpieza aun está aquí en la tierra. ¿Te atreves a tomarlo y usarlo?
HG/MD
“Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).