Lectura: Proverbios 16:16-20

Era un político exitoso y con una carrera en ascenso; no obstante, todo empezó a derrumbarse cuando lo encontraron realizando usos inapropiados de los recursos públicos; este escándalo lo obligó a renunciar de su alto puesto.

Luego de un tiempo dio una entrevista a un medio de comunicación, donde abrió su corazón, y expuso sus sentimientos con las siguientes palabras: “Era la oportunidad de mi vida, siempre había deseado trabajar en ese despacho y me llenaba de alegría haberlo logrado, pero pronto esa emoción se tornó en arrogancia, y después apareció la jactancia.  El poder me fascinó y llegué a creer que las reglas no eran para mí, descuidé a mi familia y amigos, y sólo me importaba tener más acceso al poder, y una cosa llevó a la otra, finalmente terminé aceptando dadivas indebidas”.

Todos, de diferentes formas, hemos sido tentados por la ambición y a participar en situaciones indebidas; esto ocurre cuando permitimos que el orgullo tome un espacio en nuestra vida, en lugar de reconocer que todo lo que tenemos es porque Dios, en su infinita misericordia, lo ha permitido por medio del trabajo duro y humilde; además, para bien nuestro Él ha forjado carácter permitiendo pruebas que nos han hecho mejores personas.

En nuestra lectura devocional leímos lo siguiente: “El oído que atiende a la reprensión de la vida vivirá entre los sabios.  El que tiene en poco la disciplina menosprecia su vida, pero el que acepta la reprensión adquiere entendimiento” (Proverbios 15:31-32).

  1. No permitas que el orgullo entre a tu corazón, por el contrario, humildemente reconoce que dependes de Dios en todo y para todo.
  2. Cuando nos alejamos de Dios, lo que nos espera finalmente es el fracaso y desconsuelo, Él desea que regresemos a Su lado y que anhelemos tener el carácter y prioridades de Jesús.

HG/MD

“El oído que atiende a la reprensión de la vida vivirá entre los sabios.” (Proverbios 15:31).