Lectura: Romanos 12:9-21

En Proverbios 15:1 leemos lo siguiente: “La suave respuesta quita la ira…”.  Si bien es cierto comúnmente una respuesta humilde y cortés tranquiliza a una persona que está discutiendo con otra, también es cierto que hay un número no pequeño de personas, quienes al parecer de ninguna forma pueden ser apaciguadas.

Posiblemente durante mucho tiempo, quienes tienen este tipo de comportamiento, han saturado sus vidas con amarguras y resentimientos. En este caso lo único que podemos hacer es conservar la calma ante reacciones iracundas, y dejar en manos de Dios las consecuencias que acarrearán consigo. Por supuesto, esto no quiere decir que como creyentes toleremos situaciones de abuso, ya que nadie tiene el derecho de maltratar a otra persona.

En nuestra lectura devocional Pablo expresó esta verdad bíblica de forma contundente en el siguiente verso: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).  La Palabra de Dios nos llama a ser pacificadores, aun si otros rehúsan serlo (Mateo 5:9).

Muchas veces queremos que una palabra baste, que un abrazo rompa muchos años de dolor, que un: “lo siento” borre palabras que nunca debieron decirse. Existen sucesos y circunstancias que no tendrán una salida simple o sencilla, y cuando esto pasa debemos apoyarnos en la gracia de Dios, para que Él a su tiempo moldee nuestros corazones y los de nuestro prójimo con la capacidad de perdonar.

  1. Puede ser que las palabras calmadas o humildes no siempre alejen la ira de otra persona; quizás te sientas desanimado al no tener la respuesta deseada, pero nunca te podrás equivocar si das una respuesta con sabiduría.
  2. Si quieres manejar de forma adecuada una situación complicada con otra persona, pelear nunca va a ser la solución, prueba con una respuesta humilde y suave, es probable que te sorprendas de los resultados. Recuerda, nunca olvides orar durante y luego de una situación difícil.

HG/MD

“La suave respuesta quita la ira, pero la palabra áspera aumenta el furor” (Proverbios 15:1).