Lectura: Mateo 7:13-14

Uno de los hitos más importantes que hemos desarrollado como seres humanos son los caminos, mismos que se encuentran por todas partes que vayamos. Las autopistas, avenidas, calles y bulevares nos permiten ir adonde necesitemos transportarnos.

Por supuesto, en los últimos años hemos desarrollado otro tipo de vías que nos están llevando a zonas nunca recorridas, hablamos de la “supercarretera de la información: la internet”. Y es que los caminos de asfalto y tierra nos llevan a los destinos físicos, pero las vías digitales nos llevan a lugares llenos de información, que iluminan, educan y entretienen en la mayoría de los casos.

No obstante, ya se trate de la internet o de los caminos tradicionales, ambos nos presentan muchas rutas, diversas decisiones y posibilidades, incluso algunas de ellas pueden estar llenas de lodo, oscuridad y peligros escondidos.

Sin embargo, no hay ningún camino, carreteras, o redes digitales que se puedan comparar con la única y verdadera carretera eterna: el camino angosto.

En Mateo 7, Jesús nos lo explicó de esa manera.  Es necesario entrar por una puerta estrecha, su curso es difícil, y no es tan concurrido como el camino ancho que lleva a la destrucción.  Jesús estaba hablando sobre el camino que tomamos cuando ponemos nuestra fe en Él, estaba hablando sobre el camino al cielo.

  1. Todos estamos en el camino de la vida y tenemos muchas rutas posibles para recorrer, sin embargo, el camino de Dios es el único que conduce a la vida eterna.
  2. El camino que los tontos han pisado es un camino muy transitado y lleno de lodo maloliente. Si en el mundo material evitamos ese tipo de caminos, ¿por qué los usamos para transitar nuestra vida emocional y espiritual?

HG/MD

“Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y son pocos los que la hallan” (Mateo 7:14).