Lectura: Marcos 5:21-34

Habíamos planeado unas vacaciones fuera del país en compañía de nuestros amigos, incluso ya teníamos comprados los boletos de avión y reservadas las habitaciones en un hotel. Pero, una semana antes del viaje, los amigos se enteraron de que debían permanecer en el país para atender una emergencia. Todos nos sentimos desilusionados de que se frustraran nuestros planes.

En la lectura devocional leímos sobre una situación similar; los discípulos de Jesús estaban junto a Él en una misión urgente cuando su viaje se vio interrumpido (Marcos 5:21-42). La hija de Jairo, uno de los principales de la sinagoga, estaba muriendo. El tiempo era crucial, y Jesús se encontraba camino a la casa de ellos. Sin embargo, de repente se detuvo y preguntó: “¿Quién me ha tocado el manto?” (Marcos 5:30). Esto pareció enojar o por lo menos desconcertar a los discípulos, por lo cual le contestaron: “Ves la multitud que te apretuja, y preguntas: ¿Quién me tocó?” (Marcos 5:31).

Como siempre y por lo general, los planes de Jesús no son necesariamente los nuestros, por lo que en este caso consideró que esta era una buena oportunidad para tener misericordia de una mujer que sufría. Su enfermedad la había vuelto ceremonialmente impura, ¡y hacía doce años que no podía participar de la vida de la comunidad! (Levítico 15:25-27).

Mientras Jesús hablaba con esta mujer, la hija de Jairo murió. Ya era demasiado tarde… o por lo menos así parecía. No obstante, esta demora le permitió a Jairo conocer más profundamente a Jesús y su poder… ¡un poder que superaba incluso la muerte!

  1. La frustración puede ser el canal perfecto para tener un encuentro con Dios.
  2. Nuestros planes son imperfectos y cambiantes; los planes de Dios son perfectos y siempre se cumplen de acuerdo con su voluntad, aunque nos parezcan incomprensibles.

HG/MD

“El consejo del Señor permanecerá para siempre, y los pensamientos de su corazón por todas las generaciones” (Salmos 33:11).