Lecturas: Mateo 14:24-27; Marcos 6:48-52; Juan 6:16-21
Al leer de esta nueva aventura en la vida de sus primeros discípulos, Marcos nos dice que era de madrugada, en algunas versiones se dice que estaban en la cuarta vigilia (cada vigilia romana constaba de tres horas cada una, iniciando a las 6:00 p.m.), lo que corresponde que eran aproximadamente las 3 de la madrugada. Además se nos dice que estaban de camino a Besaida, y terminaron en su base de operaciones en Capernaúm. Esto debido a que el viento les era contrario y el lago estaba picado y les dificultaba la navegación a pesar de estar en compañía de algunos pescadores profesionales.
Jesús interrumpe su tiempo de oración, al observarles desde la orilla en aquella complicación, estaban en medio del lago a unos 5 ó 6 kilómetros (3.5 millas).
Veamos algunas situaciones que resultan interesantes: Jesús se dirige a ellos caminando, no corriendo, lo que nos dice que Jesús está en control de la situación. En ocasiones nos vemos afligidos y angustiados por los problemas y a pesar de tener las herramientas o el conocimiento, no los aplicamos. No solicitaron ayuda al maestro, o al menos en el relato no se nos dice. Jesús actuará en el momento preciso y en la velocidad tiempo que él determine como la correcta, lo cual cómo humano en ocasiones es muy frustrante.
Luego el relato nos cuenta que Jesús camina sobre el agua, y les pasa al lado, ellos se asustan pensando que era una fantasma, que triste es pensar que tan sólo hacía pocas horas habían presenciado la alimentación milagrosa y el poder de Dios en acción y ahora se asustan al creer que es una aparición fantasmagórica. Lo que nos lleva a meditar en el asunto de que aunque estaban con Jesús aun no dimensionaban quien era este Maestro o Rabí al cual seguían, muchas veces nos sucede de forma similar, tenemos la solución al lado y nos siguen asustando las circunstancias.
Finalmente en medio de toda aquella tormenta Jesús les dice: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.” Le reconocen, sube al bote y todo vuelve a la normalidad, Jesús nos trae la tranquilidad, cuando le dejamos subir y tomar las riendas de nuestras vidas.
- Así como con los discípulos Jesús está siempre atento a nosotros y sabe cuándo necesitamos de su socorro. Pero nosotros, ¿estamos conscientes de que tenemos a un Dios al cual podemos recurrir? Cuándo estés abrumado, recuerda sus palabras: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.”
- Antes de entrar al lago a pescar, pide al Maestro que esté contigo para te guie por los rumbos que Él desea que navegues junto a Él.
MD/HG
Jesús: Soy yo. “Llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.” Marcos 6:50
Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic