Lectura: Lamentaciones 3:22-33

El 15 de enero de 2009, 155 personas salieron del Aeropuerto La Guardia en Nueva York con destino el Aeropuerto Internacional de Charlotte, en el vuelo 1549 de US Airways; jamás pensaron que tan sólo unos cuantos minutos después del despegue, estarían enfrentando una situación de vida o muerte. Al despegar, el avión literalmente atropelló a una bandada de gansos, razón por la cual ambos motores se detuvieron, y así, con los motores apagados, el capitán Chesley B. Sullenberger III, de 57 años de edad, mejor conocido como “Sully”, hizo planear el avión sobre una zona densamente poblada, y luego anunció: “Prepararse para el impacto”.

No habían pasado 90 segundos cuando la aeronave inutilizada aterrizó sobre las aguas heladas del Río Hudson, a unos -6 grados centígrados.  Luego de este aterrizaje milagroso, acudieron barcos y balsas para rescatar a los pasajeros y a la tripulación. Increíblemente todos sobrevivieron; la gente lo llamó “el milagro del Hudson” y todos elogiaron al piloto y a su personal. Un pasajero agradecido, simplemente dijo: “Tenemos una segunda oportunidad en la vida”.

Al enfrentar situaciones de crisis, es cuando valoramos la importancia de cada minuto que se nos concede.  No obstante, en la vida cotidiana se nos olvida rápidamente que cada día, hora, minuto y segundo, representan una segunda oportunidad, tal como lo indica Jeremías, el autor del libro de Lamentaciones 3:22-24: “Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias.  Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. “El Señor es mi porción”, ha dicho mi alma; “por eso, en él esperaré”.

Algunas personas que pasan por este tipo de situaciones límites, creen que han sido salvadas para cumplir con un plan especial que está pensado para ellas; sin embargo, olvidan que cada día que vivimos es muestra de que nuestro Señor aun no nos llama a su presencia y nos sigue dando el privilegio de cumplir su plan perfecto que es conocerle y hacer que otros también lo conozcan; así lo explica Juan en 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.”

1. Puedes vivir agradecido por las misericordias y gracias recibidas del Señor, sabiendo que Él te cuida; así que no lo olvides, cada momento es una nueva oportunidad: Aprovéchala al máximo.

2.    El nuestro es un Dios de segundas oportunidades.

HG/MD

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado” (Juan 17:3).