Lecturas: Juan 9:1-5, Mateo 5:13-16

Jesús dijo: “pero mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo.” (Jn. 9:5). Pero, ¿qué le pasó a la luz cuando ascendió al cielo?

Antes de irse físicamente de esta tierra, Jesús nos dio la respuesta, al referirse a sus seguidores en Mateo 5:14,16: Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial. (Mateo 5:14,16 ) .

Al combinar las verdades de estas dos declaraciones, entendemos que a pesar de que Jesús ha dejado esta tierra, su luz sigue brillando a través de Sus seguidores.  Los pueblos del mundo no son capaces de ver a Cristo, ya que Él ascendió al cielo.  En cambio, los que hemos puesto nuestra fe en Él tenemos la responsabilidad de reflejar Su luz.  Si no brillamos, el mundo no va a saber de Él.

Recordemos, no estamos necesariamente diciendo toda la verdad cuando cantamos: “La luz del mundo es Jesús. “  Tal vez sería mejor decir: “La luz del mundo es Jesús y hoy tú y yo debemos ser también la luz del mundo”, reflejando Su luz en lugares oscuros y enfermos de pecado donde las personas vagan sin rumbo.  A menos que tú y yo les digamos a estas personas perdidas acerca de Él, ellos nunca sabrán y experimentarán el perdón de sus pecados y la oferta de salvación por parte de Jesús.

1. ¿Qué tan fuertemente estamos brillando?

2. Si eres una vela en una esquina o en un faro en una colina, deja que tu luz brille.

NPD/MDH