Lectura: Jeremías 17:1-8

Es muy común encontrarse en las redes sociales muchos mensajes que se pueden calificar como de motivación y que recurren al discurso de la “autoayuda”, de hecho, existen cursos que apelan a este recurso para vender positivismo a quien desee consumirlo.

Y es que la autoayuda es algo muy popular porque apoya la noción de que tienes el “control”, de que eres el “dueño” de tu destino, de que “diriges” las velas de tu vida como un capitán.

Sin embargo, este es un discurso que choca directamente con la realidad, ya que finalmente, cuando algo que creías tener bajo control se sale de tus manos, ningún mensaje o experto en “autoayuda” puede ayudarte a solucionarlo.

Cuando fuiste rescatado de tu equivocada manera de vivir, fuiste testigo presencial de que la auto suficiencia no te estaba llevando a ninguna parte, por el contrario, fue necesario que reconocieras tu incapacidad y dependencia total de Dios.

Los seremos humanos siempre hemos tenido un gran problema al creer que podemos confiar en nuestra fuerza e inteligencia, en lugar de apoyarnos en Dios (Jeremías 17:5); es por ello que Jeremías 17:7 recuerda lo siguiente: “Bendito el hombre que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor”.

  1. Lo que sea que no comience con Dios, tendrá grandes posibilidades de terminar muy mal.
  2. No te engañes, en la autoayuda no se encuentran las respuestas a tus problemas; empieza por reconocer tu insuficiencia y permite que Dios empiece a guiar tus decisiones.

HG/MD

“Bendito el hombre que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor” (Jeremías 17:7).