Lectura: Efesios 6:1-11

Hace algún tiempo leí en un artículo la siguiente afirmación que me sorprendió mucho: “El 80% de lo que los niños aprenden durante sus primeros doce años de vida es a través de los ojos”.

Al analizar las implicaciones de ese descubrimiento, es inevitable pensar en todo lo que se procesa visualmente mediante la lectura, las redes sociales, las series, las películas, los eventos, el entorno y el comportamiento de los demás; en especial, el de los familiares.  Por esta razón es necesario que tomemos un momento y meditemos sobre la poderosa influencia de las mamás y los papás en las vidas de sus hijos.

El apóstol Pablo exhortó a los padres a no frustrar a sus hijos hasta el punto de hacerlos enojar, sino “críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor” (Efesios 6:4). Piensa en el ejemplo impactante de un padre o una madre cuyo comportamiento y constancia generan admiración de parte de sus hijos. No son perfectos, pero de forma honesta intentan ir en la dirección correcta.  

Padres y madres deben comprender que se ejerce un beneficio poderoso cuando sus acciones reflejan el carácter de Dios en lugar de distorsionarlo. Este es un desafío para quienes tienen la responsabilidad de criar niños y jóvenes; por lo tanto, no es casualidad que Pablo nos exhorte al decirnos lo siguiente: “fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza” (v. 10). Solamente con su fortaleza podemos reflejar el amor y la paciencia de nuestro Padre celestial.

  1. Les enseñamos mucho más a nuestros hijos con nuestra manera de vivir que con las palabras que decimos.
  2. Alguien siempre te mira y debes estar consciente de ello.  Cada día pídele a Dios que te guíe hacia la mejor manera de comportarte.

HG/MD

“Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor” (Efesios 6:4).