Lectura: 2 Pedro 2:1-3, 12-19

Hace algún tiempo vi un documental de cómo era la vida en Alaska y lo que tienen que hacer sus pobladores para sobrevivir en condiciones tan extremas.  En una parte del documental presentaban una montaña nevada, y también a un grupo de carneros que ocupaban la cumbre más alta compuesta por laderas inclinadas y crestas afiladas.

Inicialmente la cámara hizo una toma muy abierta y distante, y todo parecía normal, era un rebaño en busca de alimento.  Sin embargo, cuando la toma se acercó, se empezó a notar que uno de aquellos carneros era diferente a los otros, se trataba de un hombre disfrazado quien se disponía a cazar a uno de esos carneros aprovechando el camuflaje que llevaba.

El engaño del cazador me recuerda las palabras de Jesús: “Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15). Los falsos maestros no dan el fruto del Espíritu de Dios (Gálatas 5:22-23), sino que “andan tras las pervertidas pasiones de la carne y desprecian toda autoridad […] no temen maldecir a las potestades superiores” (2 Pedro 2:10).

Los falsos profetas son atrevidos, egoístas y codiciosos (vv. 10, 14). Gobernados por sus deseos personales, explotan a la gente con “palabras fingidas” (v. 3). La Biblia declara que estos líderes espirituales descarriados van camino a la destrucción y que arrastrarán con ellos a muchas personas crédulas e ignorantes (vv. 1-2).

  1. Jesús es nuestro buen Pastor quien, en lugar de procurar el beneficio personal, entregó su vida por sus ovejas.
  2. Dios no quiere que seamos desviados por falsos maestros, sino que estemos alertas en cuanto a estos engañadores y lo sigamos a Él: el verdadero Pastor de nuestras almas.

HG/MD

“Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15).