Lectura: 1 Pedro 1:1-9

Allá por los lejanos años 70, el mundo personal de Francis Schaeffer, pensador y teólogo cristiano, fue invadido por el cáncer.  Cuando le preguntaron cómo lo afectó su diágnostico, Shaeffer dijo que su reacción, aunque con lágrimas fue muy similar a la de sus cuatro hijos.  Todos ellos, en su propia forma dijeron: «Papá, no hubiera podido aguantarlo si no hubieras hecho tanto hincapié, en tus enseñanzas sobre la caída del hombre y sus consecuencias».

Shaeffer decía que la entrada del pecado en el mundo, había provocado efectos devastadores en el mundo, y a consecuencia de esto muchos se enojan y cuestionan a Dios cuando la enfermedad o las dificultades invaden sus vidas.  Sin embargo a pesar de todo esto, debemos de mirar más allá de las circunstancias adversas.

Cuando el apóstol Pedro escribió  su primera carta, reconoció que sus lectores habían atravesado circunstancias muy difíciles (1 Ped.1:6) ¿Cómo reaccionaron aquellos primeros creyentes?  Se regocijaron (v.6), pues apreciaban más que la vida en sí el efecto purificador de las pruebas: la prueba de su fe y su perseverancia.

Un día, cuando veamos a Cristo, gran parte de nuestra alabanza a Él será el resultado directo de las dificultades de la vida.  las cuales ha usado para sus sabios propósitos.  Pero, recuerda, ¡nuestra alabanza no tiene que esperar hasta entonces!

  1. Dios puede usar los reveses de la vida para ayudarnos a avanzar.
  2. ¿Qué esperas? ¡Dale gracias hoy mismo a Dios porque gracias a Él hoy estás vivo en verdad!

NPD/JEY