Lectura: Romanos 15:5-13
Un amigo me compartió una historia sobre un hombre que era hiperactivo, iba de aquí para allá, aprovechando su tiempo de la mejor manera posible, y por cierto no olvidaba que Dios debía estar siempre presente dentro de su apretada agenda.
Un día empezó a sentir un cansancio que nunca antes había sentido, por esta razón fue a visitar a su médico, quien luego de múltiples exámenes le diagnosticó esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso central que afecta la transmisión de mensajes entre el cerebro y el cuerpo. La enfermedad fue bastante agresiva y lo obligó a ir más despacio, luego tuvo que utilizar muletas, después se vio en una silla de ruedas hasta que terminó postrado en una cama.
Cerca de su final, ya casi no tenía fuerzas para hablar; sin embargo, había una constante, no había perdido su relación con Dios y frecuentemente expresaba su deseo de estar en la presencia de nuestro Señor; antes de morir pronunció el verso Romanos 15:13, repitiendo las palabras: “…paz en el creer…”. Agregando finalmente: “Ahora no puedo hacer nada más, confío en ti Señor”.
Las últimas palabras de este hombre nos deben hacer meditar, que cuando nos enfrentamos ante la verdad de que en realidad no podemos hacer nada más, Dios sí lo puede hacer todo. Esa es la gran paradoja de la vida cristiana, la fe es tanto un ejercicio de voluntad y dependencia en el poder divino. De esa maravillosa mezcla surgen el gozo, la paz y la esperanza que sólo en Dios podemos encontrar.
- ¿Te encuentras ante una situación sin salida? ¿Se te han acabado las fuerzas? ¿No tienes más opciones en este mundo? Ese es el momento de humildad y reconocimiento que todo ser humano debe tener, si reconoces tu insuficiencia y dependencia de Dios, Él te dará con el tiempo el gozo, paz y esperanza que has perdido y que sólo Él puede restaurar.
- Siempre tendrá esperanza aquel cuya fe descansa en Dios.
HG/MD
“Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13)