Lectura: Eclesiastés 2:1-17

Un agujero negro es un torbellino de masas ubicada en el profundo espacio exterior, que de acuerdo con las teorías se traga como una bestia hambrienta cualquier porción de materia que se acerca a ella.

El corazón humano es muy similar.  El catedrático del Seminario de Princeton dijo una vez: “Hay un vacío en nuestra esencia, muy parecido a un agujero negro… Existe un vacío en nosotros, el cual amenaza con succionarnos también, a pesar de lo está hagamos para evadir esa realidad. A nosotros no nos está destruyendo de forma evidente, sin embargo nos revela que ya somos una materia muerta, tratando de extraer vida de todo lo que esté su alcance. Sin embargo y a  pesar de todo lo que hagamos en nuestro núcleo, sigue existiendo un vacío”.

¿Qué se puede satisfacer el agujero negro del corazón humano? ¿La riqueza, el placer, los viajes, la fama, el aprendizaje, el arte?  Estas cosas no pueden llenar ese vacío interior, sería como tratar de llenar con las monedas de una alcancía, el Gran Cañón.

En un intento por encontrar la paz para su alma, el rey Salomón experimentó con todos los recursos imaginables. Él escribió: “Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!” (Eclesiastés 2:1). Pero el resultado de su búsqueda fue: “Por lo tanto, llegué a odiar la vida, porque todo lo que se hace aquí, bajo el sol, es tan complicado. Nada tiene sentido, es como perseguir el viento.” (Ecl.2:17).  Además al final Salomón aconseja a sus lectores lo siguiente: “Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos.” (Ecl.12:13).

1. ¿En dónde estás buscando la paz y la plenitud?

2. Nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Dios. Hoy mismo puedes empezar a disfrutar esa paz que tan sólo Dios te puede dar.  “Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” – Fil. 4:7 (NTV)

NPD/VCG