Lectura: Hebreos 12:18-25

El rotulo afuera de la iglesia decía: “Servicio Dominical a las 11:00 am”. Está ideado con el fin de llamar la atención del tráfico que pasa frente a la iglesia.  Se espera que sirva para que los transeúntes saquen sus plumas y anoten esa cita en sus agendas.

Se supone que cuando una iglesia se reúne para la adoración, cosas asombrosas tienen lugar en ella y el autor de la carta a los Hebreos abre nuestra comprensión del privilegio y la gloria de la adoración comunitaria.  Al declarar que hemos llegado “…a la Jerusalén celestial, y a incontables miles de ángeles que se han reunido llenos de gozo. Ustedes han llegado a la congregación de los primogénitos de Dios, cuyos nombres están escritos en el cielo…” (Heb.12:22-23).
El escritor no dijo: “Tú vendrás”, como si estuviera describiendo una experiencia futura del otro lado de la muerte.   Cuando nos congregamos somos parte de una comunión espiritual colectiva en ese momento.  Cuando adoramos, nos unimos a distancia con creyentes de todas las naciones, que cantan alabanzas similares, que leen la misma Biblia, y se inclinan ante el mismo Señor. También nos unimos a miles y miles de ángeles que cantan, » Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder y las riquezas y la sabiduría y la fuerza y el honor y la gloria y la bendición» (Apocalipsis 5:12).

1. Por eso, ya sea que nos congreguemos con un puñado de personas o con cientos, unámonos a la gran compañía de ángeles y a nuestros(as) hermanas(os) en la fe de todo el mundo, a levantar nuestros corazones en alabanza.

2. Cuando adoramos a Dios, somos parte de una comunidad tan amplia que está en todo el mundo y tan alta como el cielo.

NDP/HWR